31 de octubre de 2010

Organización y evolución de las olimpiadas en la antigua grecia (parte 1)

Desde finales del siglo VII las pruebas olímpicas atrajeron, cada cuatro año, más y más atletas
y espectadores. Se instalaban en pequeños campamentos de chozas y tiendas y, a partir del
600 a.c. comienzan a edificarse ensillares: el templo de Hera, los tesoros de las Poleis, el Buleuterio de los jueces,... ante este
desarrollo urbanístico, el estadio fue trasladado de su emplazamiento original hacia el Este, al
lado del Hipódromo.
La segunda mitad del siglo VI y la primera del V son, probablemente, el período más brillante
de las pruebas atléticas de Olimpia, que culminan con la construcción, hacia 460 a.c. del
templo de Zeus. A este periodo de brillantez corresponden también los más famosos
epinicios, o cantos de victoria deportiva, de Píndaro y Baquílides, junto con la realización de
algunas de las más hermosas estatuas de atletas. Pero, sobre todo, pertenecen a este período
los campeones más destacados que pasaron a la historia como héroes semidivinos,

comparados con Heracles y Aquiles; la fama de estos atletas era tanta que sirve para explicar
el interés de políticos y monarcas del siglo IV a.c. -Alejandro Magno entre ellos- por hacerse
representar como atletas en cuadros y esculturas: el vencedor olímpico era todo un ideal
humano.
Los premios oficiales entregados en Olimpia eran puramente simbólicos, el premio real lo
recibía el atleta al llegar a su ciudad: su nombre y sus victorias se inscribirían en los muros de
los templos y su recuerdo sería inmortalizado en las estatuas que adornaban las plazas y los
lugares dedicados al culto. Las victorias conllevaban también retribuciones más materiales:
jarras de aceite, yuntas de bueyes, dinero...Un triunfo atlético era presagio de buena fortuna,
una prueba de los favores y del capricho de los dioses, desde Homero la victoria se entendía
como muestra del favor divino. La victoria del atleta en los juegos se entendía como una
demostración de que los rituales habían sido correctamente observados y que los ruegos de
intervención divina habían sido escuchados, en definitiva, que la polis de origen del vencedor
contaba con el favor de los dioses.

local.

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