Como ocurre con otras instituciones sociales y culturales, el tratar de dar una definición coherente del término deporte se presta a enormes dificultades, todos tenemos un conocimiento intuitivo de lo que éste significa, ahora bien pasar de ese tipo de conocimiento a otro de carácter intelectual, o tratar de establecer una teoría con pretensiones de generalidad, globalidad y coherencia supone un importante cúmulo de dificultades.
Como pone de manifiesto Jeu (1989), para unos deporte serían todas las actividades corporales otros, en cambio, lo reducen únicamente a aquel tipo de actividades que implican un componente competitivo. Desde otra perspectiva y para obviar esta dificultad se opta por señalar su diversidad y así aparecen clasificaciones diversas en las cuales se hace referencia a deporte de base, de masas, para todos, corporativo, de élite, escolar, etc. No cabe duda que la vocación multidisciplinar que el conocimiento del deporte manifiesta, por cuanto se constituye en objeto de estudio de muy diferentes ciencias, añade la dificultad de la diversidad de lenguajes y preocupaciones propias de cada una de ellas. Para multiplicar todavía mas las dificultades se debe tener en cuenta que el ámbito de estudio que constituye la realidad deportiva tampoco es neutral desde el punto de vista ideológico y así surgen interpretaciones del deporte que son completamente excluyentes entre sí, por cuanto son realizadas desde criterios morales y políticos antagónicos. Son muchas, por tanto, las dificultades para establecer una definición que sea capaz de abarcar todos los sentidos que se han dado al término deporte, esencialmente porque éste es un término polisémico y complejo. Elías señalaba dos formas básicas de entender el concepto: en un sentido extenso, como los juegos y ejercicios físicos de todas las sociedades y, en un sentido propio o restringido, aquellos juegos de competición que se originaron en Inglaterra en el tránsito hacia la sociedad industrial y de allí se extendieron a otros países. A partir de esas dos posibles formas de entenderlo se derivan dos grandes corrientes a la hora de buscar sus orígenes y definir su significación social, ahora bien, en el seno de cada una de ellas –como veremos–, las posiciones teóricas aparecen también muy diversificadas.
2.1. Un concepto de difícil definición.
Hace algunos años, Antonio Hernández Mendo (1997) hacía un repaso de las diferentes definiciones que sobre el término deporte han ido apareciendo a lo largo del tiempo; ponía de manifiesto las diversas perspectivas teóricas existentes sobre el mismo, lo que significa una enorme dificultad para alcanzar una definición operativa y unánimemente aceptada. De la lectura de este trabajo se pueden apreciar con facilidad las dificultades que entraña el intentar definir una realidad tan compleja a través de la búsqueda de su esencia, es decir, cuando se lleva a cabo una caracterización de esta actividad como si existiese fuera del tiempo y del espacio, fuera de la sociedad concreta en la cual surge y se desarrolla.
Recurriendo a la etimología encontramos que el término deporte deriva del latín deportare y no, como pudiera pensarse, del inglés sport. El Diccionario Etimológico de Joan Corominas lo define del siguiente modo: “placer, entretenimiento; antiguamente hacia 1440 (y depuerto, s. XIII). Deriva del antiguo deportarse ‘divertirse, descansar’, hacia 1260, y éste del latín deportare ‘traslado, transportar’ (pasando quizá por distraer la mente); en el sentido moderno de ‘actividad al aire libre con objeto de hacer ejercicio físico’ deporte fue resucitado en el siglo XIX para traducir el inglés sport (que a su vez viene del francés antiguo deport, equivalente al castellano deporte)”. Por su parte, el Diccionario de la Real Academia define el término deporte como: “recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre. Actividad física ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas”.
Una característica importante que podemos señalar inicialmente a cerca de este concepto es su polisemia: la propia definición del Diccionario ya hace referencia a muy diferentes tipos de actividad sustancialmente alejados entre sí. Pero esta situación no se clarifica si acudimos a las definiciones que han dado los diferentes especialistas, es más, en realidad la impresión que se tiene después de su lectura es que no parece existir la más remota posibilidad de acuerdo entre ellos.
Por ejemplo, Pierre de Coubertin –referente fundamental en cualquier aproximación al deporte– nos ha dejado muy diferentes definiciones, en una de ellas como “ejercicio muscular, habitual y voluntario con el deseo de progresar, asumiendo cierta dosis de riesgo”. Georges Demeny (1917) afirmaba que el deportista tiene “espíritu de sacrificio, sigue un camino recto y no cometerá nunca un acto de bajeza que tenga que reprocharse; es el gentilhombre realizado, una especie de caballero moderno que contribuye en gran medida a la prosperidad y grandeza de su país”. En nuestro país, José María Cagigal (1957) señalaba que en el deporte destaca sobre todo su aspecto lúdico, espontáneo y desinteresado, que se practica como forma de superación y que puede estar sometido por algún tipo de regla. Con posterioridad este mismo autor hará referencia a las dificultades existentes para dar una definición del deporte, sea cual sea la perspectiva que se adopte, por cuanto está en constante cambio y engloba una realidad social muy compleja.
Cagigal entiende, además, que en el último cuarto del siglo XX se puede establecer un nuevo período del deporte donde a la dimensión básica de juego se añaden otras, que encarnan valores muy diferentes que permiten diferenciar dimensiones como el espectáculo, la política, la técnica, la ciencia, profesión o exigencia internacional que configuran un deporte mucho más variado, gigantesco y multifuncional. Pero, en síntesis todas esas dimensiones pueden articularse en torno a dos grandes orientaciones del deporte:
1. El deporte espectáculo. Orientado y desarrollado hacia la vertiente espectacular programada y explotada, apto para la difusión ideológica, la propaganda; sujeto a la exigencia de los resultados y vinculado a la profesionalización; entendido como posibilidad de obtención de beneficios desde el mundo de las finanzas, la industria y el comercio; se trataría, en definitiva, del deporte de éxito, el de las retransmisiones, la publicidad y la política.
2. El deporte para todos. Constituiría otro deporte, ajeno a la propaganda, la comercialización y la instrumentalización política. Un movimiento que se empeña en la difusión y la promoción, desde un punto de vista antropológico y vivencial sería el más importante, el deporte ocio, espontáneo.
La complejidad del deporte también es asumida por Mandell (1986) quien, señala que inicialmente en Inglaterra el término sport hacía referencia únicamente a la caza y que, en el siglo XX, con la expansión y aceptación de diferentes competiciones formales en el resto del mundo –denominados de forma genérica “sport” en inglés– este término se ha incorporado a la práctica totalidad de las lenguas existentes siendo incorporado a sustantivos, verbos y adjetivos que hacen referencia a diversas actividades. En su Historia Cultural del Deporte, Mandell utiliza el término para hacer referencia a “toda actividad competitiva del cuerpo humano regida por una serie de reglas establecidas para el logro de objetivos ostensible o simbólicamente diferenciados de los aspectos esenciales de la vida”. Desde esta perspectiva considera como deportes “todos los juegos de equipo, las pruebas disputadas en estadios, la gimnasia, la lucha, la esgrima, las pruebas de natación, de ciclismo, remo y el patinaje”.Carl Diem (1966), otro de los referentes fundamentales sobre esta cuestión, mantiene que el deporte es un juego, pero un juego de una índole especial: serio, portador de normas y valores, sometido a reglas y cuyos objetivos fundamentales serían la integración, la superación y el logro de buenos resultados.
Volviendo a España y desde el ámbito de la filosofía racio-vitalista, Ortega destacaba en el deporte el derroche espontáneo de fuerza por el placer de la propia realidad: “todos los actos utilitarios y adaptativos, todo lo que es reacción a premiosas necesidades, son vida secundaria. La actividad original y primera de la vida es siempre espontánea, lujosa, de intención superflua, es libre de expansión de una energía preexistente (…) esto nos llevará a transmutar la inveterada jerarquía y considerar la actividad deportiva como la primaria y creadora, como la más elevada, seria e importante en la vida y la actividad laboriosa derivada de aquella como su mera decantación y precipitado. Es más, vida propiamente hablando es sólo la de cariz deportivo, lo otro es relativamente mecanización y mero funcionamiento” (Ortega y Gasset, 1966).
Desde la antropología, Blanchard y Cheska (1986) definen el deporte como una actividad lúdica con sus propias reglas, con un componente competitivo y que requiere algo de esfuerzo. Un concepto que ha sido incluido generalmente en la historia de la antropología en la categoría, más amplia, de los “juegos”.
En fin, Parlebás (1986) establece como criterios distintivos entre los juegos y el juego-deporte, la situación motriz y las reglas; e introduce la incertidumbre, el azar, como elemento diferenciador entre el deporte espectáculo y los otros deportes, en su definición de deporte este aparece caracterizado como el número finito y enumerable de las situaciones motrices, codificadas bajo la forma de competición e institucionalizada.
Desde una perspectiva sociológica, García Ferrando (1990) hace hincapié en la necesidad de partir de posiciones amplias y flexibles, destacando sus elementos esenciales y tratando de que la definición sea inclusiva, en vez de exclusiva. Como elementos esenciales señala tres:
1) es una actividad física e intelectual.
2) de naturaleza competitiva.
3) Gobernada por reglas institucionalizadas.
Para terminar, el propio Hernández Moreno (1994) trata de definir el deporte desde una perspectiva pragmática, realizando una síntesis entre las definiciones y puntos de vista de diferentes autores. En su opinión el deporte puede caracterizarse por:
1. La situación motriz en la que ineludiblemente está presente el movimiento o la acción motriz, a nivel mecánico y comportamental.
2. El juego, con una finalidad lúdica.
3. Las reglas, elemento básico que definen las características y la actividad de su desarrollo.
4. La institucionalización, que permite el reconocimiento, el control, el desarrollo y la implantación de reglamentos.
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