9 de octubre de 2010

El deporte,intento de definicion y teorias sobre su origen (parte 10)

Marxismo y estructuralismo: J.M. Brohm y P. Bourdieu.
El rechazo de los planteamientos que entienden el deporte como una actividad situada fuera de la historia, cuyos orígenes hay que rastrear en el momento de la constitución misma de la humanidad o, lo que es lo mismo, la consideración de que el deporte se encuentra de algún modo relacionado con los ejercicios físicos que con carácter lúdico, competitivo, ritual, utilitario o militar se han practicado en diferentes períodos de la historia es el punto de partida de Jean-Marie Brohm (1993). Sostiene que el deporte debe ser entendido como el producto de una ruptura histórica que tiene su origen en Inglaterra con la introducción del modo capitalista de producción industrial y que por lo tanto responde y se explica únicamente por las necesidades de este modo de producción.

A partir de esa tesis inicial mantiene que no tiene sentido establecer la existencia de un deporte antiguo y un deporte moderno, deporte sólo es el contemporáneo que se constituye inicialmente como una “práctica de clase”. Su origen debe ponerse en relación con las consecuencias de la revolución industrial: el incremento de las fuerzas productivas capitalistas, la disminución progresiva de la jornada laboral, el crecimiento de las grandes ciudades, la modernización y extensión de los medios de transporte, etc. En ese entorno, el deporte se configura como una institución que tendrá diferentes significados en función de cuál sea la clase social desde la que se considere; mientras la burguesía entiende el deporte como ocio, como un pasatiempo, para el proletariado adquiere el carácter de medio de recuperación física: esto explica que el movimiento obrero haya unido la reivindicación del derecho al trabajo con el derecho al deporte, y haya luchado por esa reivindicación al tiempo que por la reducción de la jornada laboral. La institución deportiva transforma el cuerpo en instrumento y lo integra dentro del complejo sistema de las fuerzas productivas. En esta institución se reproduce la ideología, los modos, valores y status que tienen lugar en las relaciones de producción y en el orden social dominante, siempre bajo la supervisión del Estado.
Brohm considera que los clubes y federaciones deportivas se asemejan a entidades comerciales que compiten entre sí, que tienden a mercantilizar la figura del deportista, y que contribuyen a la promoción del espectáculo deportivo de masas, con la complicidad del aparato del Estado, con la finalidad de obtener beneficios económicos y políticos. A través de los clubes y federaciones deportivas se llevaría a cabo un proceso de mercantilización de la figura del deportista: esas instituciones, por sus funciones y estructura se asemejan a las empresas comerciales y contribuyen a la promoción del espectáculo deportivo de masas cuya finalidad es obtener beneficios económicos y políticos. El deporte entendido como espectáculo de masas se constituye como una empresa capitalista en el seno de la industria del espectáculo, es decir, en el sector terciario, y este proceso de mercantilización del deporte se desarrolla en cuatro niveles: en primer lugar a través de la creación de una industria de productos, bienes y servicios deportivos; el segundo nivel lo constituiría el desarrollo del deporte espectáculo sobre una base publicitaria; la exacción o succión de los ingresos de los ciudadanos, que pasan a engrosar la caja de los estadios constituye el tercer nivel; finalmente también se produce esa succión de los ingresos de los ciudadanos a través del juego y de las apuestas deportivas.
Desde un punto de vista ideológico este autor entiende que el deporte cumple con una función de legitimación del orden establecido, se configura como un sistema positivista que nunca pone en cuestión ese orden sino que, al contrario, es siempre integrador. Para reforzar esa ideología legitimadora el deporte ejemplifica la creencia optimista en el progreso ininterrumpido, ascendente y lineal, es decir, lo básico en la imagen que se proyecta a través del deporte es la idea de que no puede haber otra cosa sino mejora, lo que se traduce en el plano ideológico en el hecho de que el sistema que promueve tal tipo de actividad es intrínsecamente bueno.Por su parte Bourdieu (1993) mantiene que la aparición del deporte se corresponde con una ruptura que, en varias fases, se produce con las actividades y juegos característicos de la sociedad preindustrial. Esta ruptura tendrá como consecuencia la constitución de un campo de prácticas específicas, dotado de premios y reglas concretas, en el cual se genera y sanciona una competencia o cultura específica. Este cambio de los juegos a los deportes se produciría en el seno de las “public schools” inglesas, en las que los hijos varones de la aristocracia y la alta burguesía transformaron lo que eran juegos populares, cambiando por completo su significado y función, “de la misma forma que el campo de la música culta transformó algunos bailes folklóricos en formas de bellas artes como la suite”. Lo que antes eran prácticas dotadas de funciones sociales e integradas en un calendario colectivo, se transforman en ejercicios corporales, en actividades que son un fín en sí mismas, regidas por reglas específicas e irreducibles a cualquier necesidad funcional.
Las causas de la aparición y posterior evolución del deporte deben buscarse por tanto en las necesidades educativas que manifiestan las clases dominantes y en el significado que las mismas dieron a la práctica deportiva. En las Public Schools los vástagos de la burguesía adquieren la predilección por actividades sin propósito alguno, un elemento definitorio de la mentalidad burguesa, que se enorgullece de su desinterés y que se autodefinen por una electiva distancia. De aquí surge la idea y filosofía del “fair play”, la forma de jugar propia de aquellos que no se dejan llevar por el juego hasta el punto de olvidar que es un simple juego, un distanciamiento que se supone propio de los papeles que están llamados a desarrollar en la sociedad los futuros líderes que acuden a estos centros. Este desinterés pasa a formar parte de la filosofía del deporte como filosofía aristocrática, en la forma de teoría del amateurismo, es decir, como un tipo de práctica desinteresada similar a la práctica artística, pero que se considera más adecuada para la afirmación de las virtudes varoniles necesarias a los futuros líderes. El deporte se entiende así como una forma de aumentar el coraje, desarrollar el carácter e inculcar la voluntad de ganar, siempre haciendo gala del mayor respeto hacia las reglas establecidas.
Para Bourdieu, la reclamación de amateurismo que se encuentra en el primer Comité Olímpico y la configuración que adquiere el propio Movimiento Olímpico de la mano de Coubertin dejan ver con claridad la presencia de esta ética aristocrática, algo a lo que no debía ser ajeno el hecho de que la práctica totalidad de los miembros de aquél comité perteneciesen a la nobleza. Pero también permite apreciar su adaptación al momento histórico en que surge, incorporando los elementos más esenciales de la ética burguesa, en concreto, la idea del self-help, es decir, el hacerse a uno mismo, la iniciativa personal.
De ser una práctica elitista, creada y reservada para amateurs, el deporte se populariza entre la clase trabajadora y se convierte en un espectáculo producido por profesionales para el consumo de las masas. Esta evolución sería consecuencia, para Bourdieu, de la extensión de las funciones que justificaban su invención, es decir, la movilización, ocupación y control de los estudiantes en las Public Schools a las clases populares. El deporte se entiende en esta perspectiva como un instrumento dotado de grandes posibilidades para contribuir al control social de manera efectiva y económica; este hecho explicaría la importancia que se le otorga desde todas aquellas organizaciones dirigidas a la movilización y conquista simbólica de la juventud y de las clases trabajadoras.
El paso de un deporte de élite a las asociaciones deportivas de masas también lleva consigo un cambio y transformación en las funciones y el significado que tanto los organizadores como los practicantes atribuyen al mismo; junto con una transformación en la lógica de este tipo de prácticas acorde y motivada por cambios tanto de las expectativas como de las demandas del público y los participantes. La posibilidad de promoción social que ofrece el deporte a las clases trabajadoras las lleva a introducir en su práctica una serie de valores que avanzan hacia la profesionalización, en el sentido de racionalizar y sistematizar los entrenamientos para la obtención de la mayor eficiencia de cara a la consecución de victorias, títulos o récords. Esa posibilidad de promoción social a través del deporte justifica la creación y desarrollo de una necesidad social de práctica deportiva, y de todos los medios y recursos necesarios para realizarla. 

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