El deporte como atributo humano.
Durante mucho tiempo se ha mantenido que el deporte se fue configurando como pasatiempo o como institución cultural en la gran mayoría de las sociedades históricas, de forma que su distinta configuración respondería a las diferencias sociales que existían entre cada colectividad concreta.
Desde este punto de vista el deporte se entiende como un hecho natural que tarde o temprano tendría su manifestación en todas las sociedades. Se le define como “una actividad ludo-competitiva”, insistiendo en el valor educativo de las prácticas deportivas, presentadas generalmente como ahistóricas y trascendentes, proponiendo la pedagogización de los “excesos” deportivos del presente (demasiada competitividad, exagerados intereses económicos, políticos, etc.) que serían debidos a influencias “externas”, que desvirtúan la verdadera naturaleza del deporte.
Para los autores que siguen esta interpretación existirían importantes nexos de continuidad entre lo que denominan “deporte clásico” o “antiguo” y “deporte contemporáneo” o “moderno” (Lagardera, 1995a). Son muy diferentes las teorías que, desde esta perspectiva, se han propuesto para explicar el origen del deporte. Entre las más destacadas se pueden señalar aquellas que lo vinculan con el juego, el ritual y la religión, las que lo sitúan en conexión con las bases materiales de la supervivencia, con la guerra o, en fin, lo relacionan con la propia evolución biológica.
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