Teorías sobre el origen del deporte.
No es preciso ser historiador, sociólogo, antropólogo o biólogo para percatarse de que el hombre, en cuanto ser vivo que es, ha realizado desde siempre –del mismo modo que los restantes miembros del reino animal e incluso algunas plantas– una actividad motora. Lo realmente novedoso y diferenciador es que en el hombre, el ejercicio físico no se puede reducir únicamente y sin más a un fenómeno biológico. La aparición del homo sapiens, la especie a la que pertenecemos, y su supervivencia se deben mucho más que a su adaptación biológica, a la evolución cultural. Un hecho fundamental que nos diferencia del resto de las especies es la capacidad que poseemos para analizar el entorno que nos rodea; la consciencia humana nos proporciona un mundo interior del cual preocuparnos, podemos reflexionar sobre lo que hacemos, sobre nuestros sentimientos y respecto al comportamiento de los demás.
Nuestra autoconciencia está más desarrollada que la de cualquier otra especie y en ella radica el secreto de nuestro éxito. Podemos reconocer el lugar que ocupamos dentro de la agrupación social, somos capaces de prever necesidades futuras como las de comida o combustible; sobre todo disponemos de la capacidad de ordenar esos pensamientos en nuestro cerebro y reflexionar a partir de ellos sobre el pasado o bien proyectar el futuro. Esta capacidad se encuentra en la base de la cultura: el homo sapiens constituirá una cultura técnicamente avanzada que le permitirá un desarrollo más eficiente de la caza y como consecuencia asegurará la subsistencia, pero también desarrollará una incipiente expresión artística y elabora todo un complejo entramado de creencias vinculadas al totemismo. Y es precisamente a partir de ese momento cuando la consideración histórica de la actividad física humana se vuelve problemática: al dejar de responder a factores únicamente biológicos, la capacidad para -y el hecho de- realizar una actividad motora comienza a ser más difícil de explicar, entre otros factores porque, en muchas ocasiones, deja de responder únicamente a fines utilitarios.La actividad física ha formado parte de la vida de todos los pueblos y culturas, no cabe duda de que la supervivencia de la especie humana se debió a la disposición de una buena condición física, fuerza, velocidad, resistencia,… pero también a la capacidad para dominar y perfeccionar sus capacidades locomotoras y manipuladoras, la consecución de todo un conjunto de habilidades y destrezas que le permitieron no sólo adaptarse sino también dominar y transformar un entorno hostil. La capacidad de crear valores y normas, de inventar técnicas, fabricar instrumentos, organizar la vida social, desarrollar un lenguaje, etc. llevan, en definitiva, a la aparición de la cultura y aquí surge una nueva necesidad, la de extender ésta a todos los miembros de la sociedad, transmitir los conocimientos y técnicas desarrollados a las nuevas generaciones, surge entonces la socialización. Y desde el momento en que se desarrolla ese proceso de extensión y transmisión de conocimientos aparecen los primeros indicios de una “cultura corporal y de las actividades físicas” que se constituye a través de habilidades y destrezas técnicas, pero también de danzas y juegos, y de la necesidad de encontrar formas adecuadas para su transmisión y conservación (Casamort).
Resulta evidente que las actividades físicas, entendidas en el sentido de actividades motoras que no responden meramente a una dinámica biológica, que no tienen, en principio, una finalidad utilitaria manifiesta, existen desde el momento en que aparece la cultura, constituyen una dinámica que se hace patente desde los más remotos orígenes de la civilización y que, además, se encuentra en la mayoría de las culturas conocidas. Ahora bien, el movimiento, la capacidad motora, la actividad física en un sentido extenso existen desde que existe el hombre… ¿y el deporte? Respecto a esta cuestión se pueden señalar dos tendencias o dos líneas interpretativas. La primera, y que durante mucho tiempo ha sido la dominante, entiende que el deporte ha existido siempre, que todas las sociedades han practicado algún tipo de deporte y que los deportes existentes en la actualidad derivan de manera directa de los llamados “deportes antiguos”, por lo tanto si ha existido siempre se puede entender el deporte como una parte de la naturaleza humana, como un atributo humano. La segunda línea interpretativa, que en la actualidad es seguida por la mayoría de los estudiosos del deporte, afirma que el deporte constituye una expresión de la sociedad contemporánea, que sólo alcanza sentido en el marco de la moderna sociedad industrial; no quiere decir esto que se haya inventado de la nada, sino que diversos juegos tradicionales y actividades físicas se han transformado profundamente con la transformación de la propia sociedad para constituir el entramado social y cultural que denominamos deporte.
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