11 de octubre de 2010

El deporte como objeto de estudio de la historia (parte 2)

En los años noventa, como ocurre con el resto de la historiografía, la historia social se ha visto sometida a una serie de cambios que han dado lugar a la proliferación de objetos de estudio, métodos y teorías a partir de muy diversas influencias entre las que podemos destacar las tradiciones historiográficas nacionales, la realidad social y el contacto con otras disciplinas sociales (etnología, urbanismo, sociología, etc.).  
La consecuencia que ha tenido esta renovación de la disciplina se plasma en la aparición de muy diversas subdisciplinas, de entre las que se suelen señalar como de mayor proyección: la historia de las sociedades rurales, la historia urbana, la historia de los movimientos obreros o la historia de la familia. La nueva atención que se presta a lo político y la biografía, el abandono de los métodos cuantitativos, la aproximación hacia una historia cultural son elementos que definen esta renovación de la historia social y los temas se inclinan ahora hacia el estudio de aspectos tales como las condiciones materiales (nivel de vida, consumo, vivienda, etc.), la comunidad (religión, familia, trabajo femenino, relaciones afectivas y sexuales, ocio, educación, etc.) y las “respuestas” (sindicalismo, tradeunionismo, cartismo, etc.). No cabe duda, de que si no como objeto independiente, en muchas de las nuevas temáticas que constituyen la preocupación de esta renovada historia social, el estudio deporte puede ampliar los enfoques y contribuir a una más completa comprensión de los problemas que plantean. En este sentido, P. Bourdieu (1993) entiende que la historia social del deporte, contribuye a establecer las variaciones de las funciones que han sido asignadas al ejercicio corporal, variaciones que encuentran su explicación según la época que se considere, el tipo de sociedad o las clases sociales que se tomen como objeto de estudio. Pero, también, desde el punto de vista del profesional del Deporte, la historia social permite entenderlo como una construcción histórica y poner en cuestión la habitual definición técnica del ejercicio físico, como una definición socialmente neutra y basada de modo objetivo en la naturaleza.

Otro ámbito de estudio, próximo a la historia social, que en las últimas décadas cuenta con un cierto éxito, es el de los estudios sobre sociabilidad, que se nutre también de aportaciones que provienen de la antropología cultural, la sociología del ocio, la historia cultural o la etnología de la vida cotidiana. En la historiografía actual, el concepto de sociabilidad remite a la capacidad de los hombres para relacionarse en colectivos más o menos estables, más o menos numerosos, y a aquellas formas, ámbitos y manifestaciones de la vida colectiva que se estructuran con ese objeto (Guereña, J.L., 2001). Los historiadores que centran su trabajo sobre esta materia, están de acuerdo en reconocer que su definición y delimitación arranca de los estudios pioneros realizados por M. Agulhon en la década de los sesenta; este autor entendía que es posible rastrear una evolución progresiva de la sociabilidad que consistiría en la aparición de asociaciones voluntarias como los partidos políticos o los clubes (por oposición a la familia, taller y Estado que cabría entender como necesarias) cada vez más numerosas y diversificadas. En otro sentido, también se produce de forma progresiva una transformación de esas asociaciones de carácter informal, en otras de carácter formal, que él ejemplifica, de una manera muy pertinente aquí, aludiendo al caso que constituye la transformación de un grupo de jóvenes que juega con una pelota en un baldío en un club deportivo (Agulhon, 1977).

La sociabilidad, ya sea formal o informal, estructurada o no, requiere la existencia de un mínimo de concreción, es decir de reiteración en las relaciones, y de un espacio propio para poder realizarse y existir… cualquier grupo humano, sin más, reunido al azar, no constituye por sí mismo una estructura de sociabilidad; lo que interesa resaltar son las interrelaciones, siempre diversas y cambiantes que establecen formas de sociabilidad más o menos completas.

En general, la historiografía de la sociabilidad hace referencia a los marcos en los cuales, desde la unidad familiar al Estado, se desenvuelven las relaciones entre los
individuos, constituyendo grupos más o menos amplios y consolidando éstos con la creación de asociaciones voluntarias. Los estudios dedicados a la sociabilidad, por tanto, pretenden acercarse a los ámbitos donde se desarrollan las relaciones de negocios entre los empresarios, a la fábrica y la interdependencia que se produce entre sus trabajadores, a la aldea y los sistemas de ayuda recíproca que se establecen entre los campesinos, los cafés y tabernas, las cuadrillas y tertulias, la propia casa y los vínculos familiares, los barrios y las relaciones de vecindad y, desde luego, las asociaciones recreativas y deportivas. Así, han pasado a ser objeto de estudio de la historia diferentes ámbitos o espacios en los cuales se manifiesta y hace efectiva la sociabilidad: desde la taberna al teatro, pasando por la calle o la plaza pública. Tampoco desde esta perspectiva cabe dudar de la aportación que puede hacer una historia del deporte, y no sólo por el evidente aspecto grupal y de interrelación que presentan la mayor parte de las prácticas deportivas, sino, profundizando más, en lo relativo a los símbolos y conductas sociales que éstas implican.

Retomando las argumentaciones de Hobsbawn que citábamos más arriba, es indudable que el deporte, y los espacios en que se organizaba –los clubs– a finales del siglo XIX constituyen espacios privilegiados para estudiar las diferentes formas de entender la sociabilidad en los distintos grupos sociales, ya sea el modo exclusivista y diferenciador de la burguesía o las variadas modalidades que adopta en el proletariado. En el trabajo de Guereña (2001) que hemos comentado, se pone de manifiesto cómo en Francia, en el marco de los estudios sobre sociabilidad que abarcan una tipología que va desde los círculos obreros a los salones, pasando por las logias masónicas, se presta también atención a los clubes deportivos desde esta perspectiva, sin embargo, en la amplia bibliografía que cita sobre estos estudios en España, tan sólo uno de los trabajos, el de Robin, N. (1991), hace referencia de manera directa al deporte.

En fin, la propia Historia del Presente o del Mundo Actual no debería tampoco obviar la indudable importancia social, económica y política que el deporte ha adquirido, precisamente en el marco temporal que sirve de referencia para esta nueva forma de hacer historia.

Si no cabe duda de que de cara a la Historia General, el deporte puede constituir un importante y clarificador objeto de estudio, ¿qué interés puede tener para los futuros licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte? Como hemos mencionado más arriba, tradicionalmente la historia del deporte y la Educación Física se han entendido como la enumeración de una serie de nombres y hechos considerados relevantes, encasillados en el interior de períodos importados de la Historia General (Grecia Antigua, Roma, Edad Media,...). Una acumulación de datos y contenidos teóricos que son en general percibidos como carentes de cualquier aplicación práctica por los futuros licenciados y, por lo tanto, carentes de otro interés que no sea la simple curiosidad. El alumno que se interesa más directamente por la actuación escolar, va a pretender y encontrar en las materias vinculadas a la pedagogía indicadores para una aplicación práctica mejor. Aquellos que se interesen en el entrenamiento deportivo pueden encontrar en Fisiología, Biomecánica,... distintas vías para una práctica efectiva. ¿Y la historia? ¿Cuál es su contribución?

Estas preguntas se las plantea Víctor Andrade de Melo (1997), reflexionando sobre la situación en Brasil –una reflexión que se puede perfectamente extrapolar–, llegando a la conclusión de que “en una formación y preparación profesional que tiene como único objeto dar fórmulas cerradas, soluciones lineales, modelos de actuación a copiar sin cuestionamiento, la Historia tiene realmente una dudosa validez y relevancia. En esta perspectiva sus funciones se limitarían a la mera información sin aspiraciones, un objeto de curiosidad o sin ningún tipo de distorsión a justificar el presente (...) La
formación debe preparar no para intervenir a través de fórmulas o modelos cerrados. La formación debe brindar condiciones, por medio de una preparación teórica profunda, para que el alumno pueda recrear constantemente su actuación, a partir de la comprensión de la realidad que lo rodea, de los valores en juego, de las especificidades de la intervención y de las posibilidades de que pueda disponer para alcanzar sus objetivos. La formación profesional debería preocuparse en preparar al alumno para pensar y repensar su actuación, entendiendo que existe la necesidad de una comprensión teórica por detrás de toda actuación, que nunca es solamente práctica, sino indisociadamente teórico-práctica”.

Afirmaba Tuñón de Lara que "saber para prever es un principio esencial.... [y que] a veces, ese saber consiste precisamente en saber lo que no hay que hacer, que ya no es poca cosa". La historia es la de todos los hombres y sus construcciones sociales, la de su actuación en sociedad; y la historiografía nos presta una importante ayuda para entender que el hombre tiene y tuvo una actuación concreta: el presente que vivimos fue construido y no es resultado ni del azar, ni de ningún tipo de destino escrito o providencial. 
La aplicación de estas ideas al ámbito del deporte se pueden sintetizar en las siguientes palabras de Mandell (1986): "muy pocos (…) se han dado cuenta de que el deporte moderno posee características diferenciadas que se originan, precisamente, en las circunstancias sociales creadas por la racionalización de la producción industrial". Hacerse conscientes de este hecho, significa también, percatarse de que la propia racionalidad del presente condiciona de igual modo nuestra perspectiva de la realidad y de las prácticas sociales que se generan en torno a la actividad física y el cuerpo, en torno al deporte. El estudio de la historia nos ayuda a entender mejor estas condiciones que nos rodean, las posibles determinaciones del pasado en el presente (Andrade de Melo, 1997).

No hay comentarios:

Publicar un comentario