12 de octubre de 2010

Influencias,diferencias y semajanzas del deporte griego y actual (parte 10)

Pero, en fin, si recordamos la larga lista de honores y recompensas que continuaron recibiendo los atletas tras sus éxitos, ni que decirse tiene que las acerbas críticas de literatos, médicos, filósofos y moralistas en general, apenas tuvieron eco entre el pueblo llano, que continuó otorgando fervorosamente su admiración a los deportistas.


En fin, como no me gustaría que nos quedáramos con el eco de aspectos más o menos negativos del deporte antiguo (que, como puede apreciarse, no son tan diferentes de los que afean el rostro del deporte de hoy día), quisiera acabar esta exposición insistiendo, aunque sea brevemente, en un par de aspectos que me parecen esenciales como reflejo de la importante presencia del deporte en la sociedad y en la literatura griegas.
En primer lugar, el gran desarrollo que alcanzó ya en la Antigüedad la literatura técnica deportiva. Lamentablemente, casi toda ella se ha perdido para nosotros; apenas hemos conservado parte de un manual que se utilizaba para enseñar a los niños las técnicas de la lucha deportiva (Papiros de Oxirrinco 3.466), y el tratado Sobre el deporte de Filóstrato (probablemente del II p.C.), que nos proporciona abundante información sobre los métodos de entrenamiento y especialmente una descripción precisa del tipo físico que se consideraba ideal en los atletas según la prueba que practicaran. Tenemos documentados, no obstante, libros técnicos sobre diversos aspectos del mundo del deporte al menos desde el siglo V a.C., a los que hay que sumar las abundantes referencias que encontramos en los escritos médicos y en las obras de Platón y Aristóteles y otros muchos autores. A veces ignoramos el contenido de las obras, como es el caso de un tratado Sobre la lucha del sofista Protágoras, en el siglo V a.C. En cambio, conocemos (y conservamos algunas) varias listas de vencedores olímpicos, desde las que recopiló el sofista Hipias de Élide, también en el siglo V, a las cuales siguieron las de Aristóteles, Timeo, Filócoro, Eratóstenes, Flegón o Julio Africano; también tenemos noticias de diversos tratados monográficos (ninguno de los cuales se conserva) sobre diferentes competiciones.
Por fin, quisiera sobre todo resaltar un hecho que me parece especialmente importante, positivo y significativo de la enorme importancia que tuvo el deporte en la antigua Grecia: la formación física fue siempre uno de los pilares básicos del sistema educativo griego, que en la Atenas clásica se proponía como meta la consecución de un equilibrio entre el desarrollo de las cualidades físicas e intelectuales. En efecto, de la educación física y la práctica del deporte tuvo una arraigada implantación en el sistema educativo y, en general, en toda la vida de los ciudadanos, a partir de la creencia de que la práctica de ejercicios corporales es un medio de adquirir y mantener no sólo la salud física sino también el equilibrio mental y incluso de desarrollar y pulir las cualidades morales de las personas, una idea sostenida con frecuencia por los teóricos actuales del deporte y que encontramos ya expuesta en el Corpus Hippocraticum y en los escritos de Galeno y especialmente en la República platónica (410c), donde se modifica la frase que resume los principios en que se basaba la educación ateniense tradicional, "la gimnasia para el cuerpo y la música para el alma" (República 376e), para afirmarse que tanto la música como la gimnasia tienen como finalidad última el cuidado del alma (la idea reaparece después también en Aristóteles).
Bajo esta divisa, "la gimnasia para el cuerpo y la música para el alma", durante el siglo V a.C., en los años que siguieron en Atenas a las Guerras Médicas (en las cuales la preparación atlética de los griegos había desempañado un papel fundamental en la victoria sobre los persas, como indica ya Heródoto) se alcanzó un muy notable grado de equilibrio entre el cultivo de las cualidades físicas e intelectuales del hombre, equilibrio que los antiguos expresaron con el término kalokagathía.
Este equilibrio no existía, en cambio, en la Esparta contemporánea, ya que la preparación física y militar condicionaba todo el sistema educativo espartano, lo cual es un fiel reflejo y consecuencia de las muchas peculiaridades de la organización política y social de este estado: frente a una clase dominante de linaje dorio, los espartiatas, que gozaba de todos los privilegios de la ciudadanía y cuyo número era porcentualmente reducido, se situaba la gran masa de la población, constituída por los periecos y los hilotas, que carecían de derechos políticos y debían sostener económicamente a la clase dominante; la enorme superioridad numérica de los hilotas con respecto a los espartiatas obligó a éstos a una progresiva militarización de su régimen de vida, como único medio de mantener su dominio. Muchos son los testimonios que a propósito de ello nos transmiten los autores antiguos: "en Lacedemonia y en Creta -leemos en la Política de Aristóteles, 1324b8-9- la educación está organizada casi exclusivamente con vistas a la guerra", con olvido casi absoluto de la educación intelectual; "a leer y a escribir -añade Plutarco en su Vida de Licurgo 16.10- aprendían porque era necesario, pero todo el resto de la educación tenía como meta obedecer disciplinadamente, resistir las penalidades y vencer en la batalla". Lo dicho vale también para la educación femenina, ya que otro rasgo peculiarísimo de la educación espartana, prácticamente sin paralelos en el mundo griego (y en ninguna otra época hasta nuestro siglo) es la inclusión de las mujeres a todos los efectos, que practicaban la gimnasia (nos dicen nuestras fuentes, fundamentalmente Jenofonte, Plutarco y Filóstrato) para dar a luz hijos sanos y robustos y resistir mejor los esfuerzos del parto (de modo que tenemos aquí un antecedente de la moderna gimnasia de preparación al parto; también en Platón y Aristóteles encontramos la recomendación de que las futuras madres realicen ejercicios y cuiden su dieta). De paso, la práctica constante de ejercicios físicos y la vida al aire libre de las muchachas espartanas debió contribuir no poco a que la fama de su belleza y salud se extendiera por doquier, como queda reflejado en numerosas anécdotas o en las palabras con que la laconia Lampito es saludada por la ateniense Lisístrata en la comedia homónima de Aristófanes (vv.78 ss.): "¡Hola, Lampito, queridísima Laconia! ¡Cómo reluce tu belleza, guapísima! ¡Qué buen color tienes y cuán lleno de vitalidad está tu cuerpo! ¡Hasta un toro podrías estrangular!". Lampito responde, a su vez, dando el secreto de su belleza: "¡Ya lo creo, por los dioses! Pues practico la gimnasia y salto dándome en el culo con los talones!".

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