6 de noviembre de 2010

El origen de las pruebas olimpicas

Pero ¿por qué estas pruebas atléticas en concreto? A través de los textos y de las realizaciones artísticas que se han conservado, sabemos que los griegos tuvieron múltiples actividades físicas, juegos o competiciones que no alcanzaron el nivel olímpico. En unos casos, esta situación se explica por la propia geografía, como es el caso de las pruebas de natación o las actividades náuticas (remo), que, obviamente no podían celebrarse en Olimpia; en otros casos es la propia esencia personal e intransferible del éxito olímpico, que excluía, por ejemplo, los juegos por equipos: partidos de pelota, carreras de relevos (que en ciertas ceremonias religiosas se celebraban con antorchas); finalmente algunas de estas actividades no alcanzaron el nivel competitivo porque se entendían como entrenamiento o exhibición (el levantamiento de pesos), o porque eran entendidas como simples juegos de niños o números de tipo circense. También conviene tener en cuenta el progresivo enfrentamiento social que caracteriza a la época arcaica griega
. Si en la época homérica la figura ejemplar era el guerrero, encarnado de forma indiscutible por el aristócrata, y éste no tenía inconveniente en ceder la ventaja a alguno de sus súbditos en una prueba atlética, posteriormente cambia la situación, al tiempo que asciende el prestigio del atletismo. Las Olimpiadas crecen, se hacen más panhelénicas en un momento en el que se plantea el derrocamiento del poder nobiliario, y esto desemboca en el elitismo de los festejos: los largos viajes hasta la Elide, las costosas estancias en el santuario, constituyen gastos prohibitivos para muchos atletas, y son los más ricos los que dan el tono general a las competiciones. Este contexto contribuye a explicar de manera directa la aparición de las pruebas hípicas: los terrateniente pueden a través de ellas permitirse el lujo de lograr coronas en Olimpia sin necesidad de ejercitar su cuerpo; estas competiciones sirvieron siempre -no sólo en Grecia- como sistema de propaganda personal, pues sus vencedores tenían además dinero suficiente para encargar estatuas y ex-votos para los templos conmemorando su triunfo.
La explicación más aceptada de la elección de las pruebas olímpicas se encuentra en las descripciones de juegos que presenta Homero en sus versos. No se trata de competiciones directamente asimilables, tanto por su ocasión (juegos fúnebres, diversión) como por sus premios (sustanciosos en los poemas, meras coronas de olivo en Olimpia), pero la semejanza de las pruebas llama de inmediato la atención.

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