12 de octubre de 2010

Influencias,diferencias y semajanzas del deporte griego y actual (parte 9)

Así pues, en términos semejantes a los empleados por Jenófanes, en este fragmento de Eurípides se critica: a) el régimen de vida y entrenamiento a que se someten los atletas, que perjudica su salud y además no los hace aptos siquiera para defender a su patria con las armas, y b) el nulo beneficio que aporta a la comunidad una victoria deportiva. Y en la misma línea se sitúa otro personaje paradigmático de la época, el filósofo Sócrates, cuando, en el proceso incoado contra él bajo la acusación de corromper a la juventud con sus enseñanzas, propuso a los jueces que lo “castigaran” con uno de los privilegios, ya comentado, que las ciudades concedían a los atletas como recompensa por sus victorias, la manutención de por vida a expensas públicas, que el filósofo consideraba que él merecía y necesitaba más que los atletas campeones (Platón, Apología de Sócrates 36 d-e).

Durante los siglos siguientes y hasta la abolición de los Juegos Olímpicos y el final del mundo antiguo, a fines del siglo IV p.C., críticas semejantes contra el deporte profesional se repiten recurrentemente en las obras de poetas, oradores, médicos, filósofos, etc., como se repite igualmente un segundo motivo de censura que hemos encontrado ya en el fragmento de Eurípides antes comentado: el insano entrenamiento y régimen de vida de los atletas, que convertía a personas que en principio deberían ser prototipo de salud e incluso de belleza y armonía corporal, en hombres de cuerpos deformes por el sobredesarrollo y la excesiva especialización del entrenamiento e incluso en hombres de salud precaria. El tratado hipocrático Sobre la alimentación (34) resume estas ideas en una frase: “La constitución del atleta no va de acuerdo con la naturaleza”, y las mismas críticas contra el deporte profesional se reproducen con frecuencia en los escritos médicos, a pesar de que en ellos los ejercicios físicos desempeñan un papel fundamental como terapia y también como prevención de enfermedades. Efectivamente, la importancia higiénica básica que se otorgaba a las actividades físicas queda bien reflejada en el desarrollo y fijación, por parte de los profesionales de la medicina, de un amplio programa de ejercicios, cuyo seguimiento podía contribuir a la consecución y conservación de la salud, y que eran aplicables de acuerdo con las condiciones físicas y las necesidades de cada persona en particular, teniendo en cuenta tanto factores internos al propio individuo (su edad, sexo, complexión física, etc.), como factores externos a él (las estaciones del año, el ambiente geográfico, etc.). Probablemente es el tratado hipocrático Sobre la dieta, junto con los escritos de Galeno Sobre cómo conservar la salud y Sobre los ejercicios con pelota pequeña, las obras que nos ofrecen una más detallada clasificación y descripción de los ejercicios físicos atendiendo a los condicionamientos antes apuntados. La gimnasia se prescribe tanto para curar como para prevenir enfermedades, y, efectivamente, la prevención de enfermedades mediante el adecuado régimen de alimentos y ejercicios físicos es el principal descubrimiento que con orgullo se atribuye a sí mismo el desconocido autor de Sobre la dieta, a quien se ha considerado por ello fundador o antecesor de la medicina preventiva.
La aplicación de la gimnasia con ambos fines, para prevenir y curar enfermedades, experimentó gran auge a partir del siglo V a.C. Con algunos antecedentes como el médico Demócedes de Crotona, casado con una hija del celebérrimo atleta Milón (Heródoto 3.129 ss.), o el pentatleta Ico de Tarento, el desarrollo de la gimnasia terapéutica, o al menos su sistematización, va indisolublemente ligado a la figura del ex-atleta y entrenador Heródico de Selimbria, de quien nuestras fuentes dicen que fue maestro de Hipócrates, el padre de la medicina científica. Heródico supone una etapa importante en el progreso de la medicina, a la que aplicó su experiencia como atleta y entrenador; se contaba que, aquejado de una grave enfermedad, se prescribió a sí mismo un régimen combinado de ejercicios físicos y una dieta alimenticia, gracias a la cual recuperó la salud. El método de Heródico (a quien se ha llegado a atribuir el antes mencionado tratado Sobre la dieta) se empleaba tanto para prevenir enfermedades como para curarlas, y aunque nuestras fuentes lo critican por la excesiva rigidez de sus prescripciones y comentan fracasos que acabaron incluso con la muerte del paciente (cf. Platón, República 406a-b, Fedro 227d; Aristóteles, Retórica 1361b4 ss.) testimonian también muy notables casos de curación, como el de aquel individuo que, según el médico Areteo de Capadocia, del siglo II p.C., se dedicó a la práctica del deporte para curar su gota con tan gran afán que acabó venciendo en una carrera pedestre en los Juegos Olímpicos (de manera que sería un remoto antecedente de la gran Wilma Rudolph, “la gacela negra”, que asombró en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960 al conseguir el oro en 100, 200 y 4x100 m. lisos, tras haber sufrido poliomielitis en su niñez).
Opiniones muy semejantes a las que reflejan los escritos médicos encontramos también en las obras de Platón y Aristóteles. Cuando Platón describe (en República y Leyes) el sistema educativo de su ciudad ideal, la educación física ocupa en él un lugar esencial (como ocurría realmente en la sociedad ateniense de su tiempo), tanto para los hombres como para las mujeres; sin embargo, Platón se muestra radicalmente contrario al tipo de vida que llevan los atletas profesionales: “se trata (leemos en República 404 a) de un régimen de vida que provoca somnolencia y es nocivo para la salud: ¿no ves que esos atletas se pasan la vida durmiendo y que, a poco que se aparten del régimen prescrito, sufren grandes y violentas enfermedades?” (esta la dieta a base de mucho comer y mucho dormir la prescribían los entrenadores sobre todo para los deportes pesados, ya que en el boxeo, la lucha y el pancracio no había distinción de categorías de acuerdo con el peso corporal del atleta).
En este aspecto, con Platón coincide Aristóteles cuando describe el papel de la educación física en el sistema educativo que defiende. Aristóteles propugna (como era la norma en la educación ateniense de la época clásica) la búsqueda de un sano equilibrio entre el desarrollo del cuerpo y de la mente, destacando, en lo que a los ejercicios corporales se refiere, la importancia de la moderación: cada edad, sexo y complexión física tienen sus ejercicios apropiados (Aristóteles prescribe ya ejercicios físicos para las mujeres embarazadas), que deben realizarse evitando siempre el exceso (Política 1285 b; Ética a Nicómaco 1112 b). En consecuencia, también Aristóteles critica duramente el en su opinión insano entrenamiento y régimen de vida de los atletas, su excesiva especialización y su sobrealimentación (Ética a Nicómaco 1106 b), que no permiten ni el desarrollo saludable del cuerpo ni la procreación de hijos sanos y robustos (Política 1335 b), y resulta especialmente pernicioso en el caso de los deportistas jóvenes (y es éste otro aspecto de plena actualidad, que Aristóteles anticipa en más de 23 siglos), como demuestra el hecho de que muy pocos de quienes vencían en la competición infantil de los Juegos Olímpicos podían repetir su triunfo cuando pasaban a la categoría de los adultos, gastadas prematuramente sus energías por un esfuerzo desmesurado para su edad (Política 1338 b).

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