1 de noviembre de 2010

Deporte y "equilibrio del terror" (parte 1)

Nuestra época más actual, la de ahora, la de mañana por la mañana, se caracteriza por el llamado "equilibrio del terror". La humanidad vive bajo su régimen dietético de verdad, como los diabéticos viven gracias a la insulina. Los dos poderes del mundo lo son tanto que pueden destruir toda forma de vida por el simple hecho de enfrentarse. Ante esta evidencia se impone un equilibrio de "mutual deterrence", de mutua disuasión que, como mal menor, crea una paz vigilante.

El deporte, aunque no lo parezca, bajo su blancura de paloma amateur o bajo su parduzco color profesional, vive la peripecia histórica con igual implicación que la carrera espacial o la lucha por los mercados o la fuente de materias primas. El deporte se ha convertido —ya se ha dicho— en un medio de hablar a las masas y silenciarlas. En lo que respecta al gran pleito entre comunismo y capitalismo cumple igualmente esta función. A más de un lector no se le habrá escapado que, al final de los juegos Olímpicos, una de las informaciones más divulgadas es la cantidad de medallas que separan a la URSS de los Estados Unidos, o viceversa. ¿Por qué? Porque las medallas deportivas son símbolos y signos: símbolos de victoria deportiva y signos de victoria a secas.

Para el público, una victoria deportiva ya lleva hoy la ganga de una victoria política. No hay guerras abiertas que decidan la victoria de Aquiles sobre Héctor o viceversa, pero sí hay "guerras referenciales" de atletismo, baloncesto, fútbol, tenis, etc. Incluso hay un desarrollo prácticamente paralelo del deporte con el nivel político o económico. En la URSS de los años cuarenta el deportista glorificado era un corredor de fondo: Kuts; en la URSS de los años setenta que lucha por niveles de consumo equiparables a los occidentales, el deportista glorificado es Metreveli, as del tenis. El atletismo o el ciclismo son deportes que poco afectan a la sensibilidad del ciudadano neocapitalista más habitual; son deportes sin charme social. En cambio, el tenis es un deporte de "promoción". La estampa de un tenista soviético triunfador puede derribar más murallas de Jericó propagandísticas que cien medallas olímpicas en atletismo.

1 comentario:

  1. este articulo me parecio una tonteria pero,una vez que lo lees y piensas tienes toda la razon

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